EL GOBIERNO ESCOLAR: ENTRE EL HACER Y EL DEJAR HACER.

Reflexionar y reubicar lo particular de la escuela, apreciando su rol político como colaborador en la creación de lo público.

Para entender completamente la importancia de la "GESTIÓN ESCOLAR", es crucial reconsiderar los aportes de Stephen J. Ball (1994). Este autor ofrece una perspectiva alternativa que reconoce la naturaleza única de las escuelas como organizaciones e incide en los aspectos relacionados con la organización de la vida escolar.

En la misma línea, Graciela Frigerio (2004) señala la necesidad de "reflexionar y reubicar lo particular de la escuela, apreciando su aspecto político como colaborador en la creación de lo público" (Frigerio 2004:6). Con base en estas contribuciones, se puede deducir que hay dos formas de concebir la gestión, la organización o el gobierno escolar:

  • Como gerenciamiento (versión instrumentalista – paradigma dominante de la teoría organizativa). Pensada como el cumplimiento de una serie de procedimientos y formatos supuestamente neutros que olvidan la especificidad de lo educativo. 
  • Desde la perspectiva que afirma el carácter político de la educación y las relaciones de poder existentes en la escuela (micropolítica), destacándose la especificidad de lo escolar (Frigerio, 2004). 

Considerando el escenario actual de la educación obligatoria y la complejidad del contexto, que abarca situaciones y escenarios adversos, la acción política educativa será clave para hallar las respuestas más apropiadas que aseguren el derecho a la educación de niños, adolescentes y jóvenes. Siguiendo el análisis de Frigerio (2004), resulta esencial que los equipos directivos tomen la decisión política de interrumpir la profecía del fracaso y establezcan nuevas formas de gestión escolar.

Basándonos en estas definiciones, se puede afirmar que la gestión de una institución educativa debería fomentar la participación de todos los miembros en el proceso de toma de decisiones, ejerciendo un liderazgo que fortalezca el intercambio y diálogo continuo de las diversas experiencias que se llevan a cabo, dentro de un marco de apoyo y orientación proporcionado por el equipo directivo.

Para constituir dicho marco, la gestión del rol directivo comprende planificar todo lo que se desea hacer dentro de la escuela, implementarlo y realizar los ajustes que sean necesarios. Toda decisión asumida debe enmarcarse siempre en un propósito educativo, como lo es que los estudiantes obtengan los conocimientos necesarios como base para continuar su trayectoria educativa exitosamente. 

Pilar Pozner (2000: 16), señala que la gestión “es un saber de síntesis capaz de ligar conocimiento y acción, ética y eficacia, política y administración en procesos que tienden al mejoramiento continuo de las prácticas educativas; a la exploración y explotación de todas las posibilidades; y a la innovación permanente como proceso sistemático”.

Una gestión institucional basada en compromisos colectivos implica implementar mecanismos de participación. La delegación de tareas es una de estas herramientas esenciales. Este tema en particular será el foco de las siguientes líneas.

La gestión educativa basada en un Proyecto Educativo Institucional requiere dejar de pensar las funciones y tareas como atribuciones individuales y aisladas, para incorporar la metodología de equipo de trabajo. 

Desde la dirección, conducir de esta forma la escuela, significa generar espacios de participación. Ya se ha mencionado que delegar tareas es una estrategia clave para fomentar la participación de los actores en la vida institucional. Es crucial entender que delegar no significa desentenderse de las responsabilidades ni perder el control de la gestión. Por el contrario, la delegación incrementa el nivel de participación efectiva de los actores y permite que el directivo se concentre en las funciones más esenciales de su rol como coordinador y líder de la institución educativa.

La delegación demanda un período de reflexión individual para determinar qué tareas delegar y quiénes serán los encargados de llevarlas a cabo. Para comprender mejor este concepto, es importante considerar que, en el proceso de delegación de responsabilidades, los directivos:

  • Ejercen una visión global sobre cada uno de los grupos con los que trabajan, aunque tienen la opción de delegar la coordinación de cada grupo a un miembro del equipo directivo o docente.
  • Otorgan autonomía al otro para decidir y ejecutar; no es solo una cuestión de control, sino de apoyar la realización.
  • Crean espacios de interacción con los coordinadores de equipos de trabajo encargados de proyectos específicos, como reunirse con el coordinador, asistir a encuentros y solicitar copias de las actas de reuniones de equipo, entre otros.
  • Realizan un seguimiento constante de las tareas delegadas, revisándolas para identificar debilidades y fortalezas, y proporcionando orientación al responsable ante cualquier duda que pueda surgir.

Fuente bibliográfica:

- Ball, S. (1994). Ortodoxia y alternativa- Cap1. En La micropolítica de la escuela. Hacia una teoría de la organización escolar. España: Paidós. 

- Blejmar, B. (2005). Desequilibrios y paradojas en la conducción educativa. De lo posible a los nuevos posibles. En Gestionar es hacer que las cosas sucedan. Buenos Aires: Novedades Educativas. 

- Gvirtz, S., Zacarías, I. y Abregú, M. V. (2011). Construir una buena escuela: herramientas para el director. Buenos Aires: Aique Educación. 

- Frigerio, Graciela (entrevista, 2004). De la Gestión al Gobierno de lo Escolar. En: Revista Novedades Educativas N° 159. Marzo 2004 - Poggi, M. (1995). Apuntes y aportes para la gestión curricular. Buenos Aires: Kapelusz 

- Pozner, P. (2000). Gestión educativa estratégica. [Documento en línea]. Disponible: http://poznerpilar.org/biblioteca/modulo02.pdf

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