EDUCACIÓN Y COMPETENCIAS GLOBALES EN LA EDUCACIÓN DEL SIGLO XXI.



La globalización que se vive en la sociedad, economía y estilos de vida es la principal causa del interés que poseen algunos teóricos vinculados a la educación para promocionar lo que denominan “competencia global como objetivo de aprendizaje”.

Uno de ellos es Fernando Reimers, que ha recorrido el planeta observando y analizando los diferentes sistemas educativos vigentes, trabajó para el Banco Mundial, asesoró a gobiernos y asociaciones en la creación de currículos innovadores, escribió 37 libros y desde hace ocho años dirige la Iniciativa Global de Innovación Educativa de la Universidad de Harvard.

El informe Global competency for an inclusive world (OCDE 2018) define competencia global a la capacidad de analizar cuestiones autóctonas, globales e interculturales, para entender las perspectivas y visiones de los demás, participando en interacciones abiertas, apropiadas y eficaces con personas de otras culturas, y a actuar para el bienestar colectivo y el desarrollo sostenible y lo considera un aprendizaje multidimensional y permanente que las escuelas, como institución, deberían ofrecer a todos sus estudiantes.

Reimers busca que lo que se enseñe en la escuela sea más relevante y útil para el mundo en el que los estudiantes están creciendo, y considera que la pandemia abrió una nueva oportunidad educativa. En definitiva, para dibujar un futuro mejor.

Para lograrlo se debe pasar de una educación global a una competencia global. La educación global que nació con la como una idea de la Ilustración prosiguió con la inclusión del derecho a la educación en la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), hasta los diversos hitos alcanzados por organismos internacionales como la UNESCO, como por ejemplo los ideales del “aprender a ser” o “aprender a vivir juntos”, que seguramente han tenido que leer en la universidad o compartido en algún taller docente entre los ‘80 y ‘90.

A mediados de los años ‘90, en Estados Unidos y Europa se iniciaron estudios para definir qué competencias podrían ser consideradas globales y ajustables al avance tecnológico mundial. El Foro Económico Mundial del 2020 dio a conocer ocho (8) preceptos de la enseñanza para décadas futuras, entre las que priorizan las competencias de la ciudadanía global. Según este foro, los diversos riesgos que existen a nivel mundial son: ambientales, económicos, geopolíticos, sociales y tecnológicos que interactúan entre sí y amplían sus efectos. La Asamblea General de Naciones Unidas adoptó en 2015 el pacto de 17 objetivos que articulan las condiciones para un mundo inclusivo y sostenible. Uno de esos objetivos está centrado en una educación de calidad.

Como sabemos, PISA examina todos los años la capacidad de los estudiantes de 15 años de más de 70 países para poner en práctica sus habilidades y conocimientos en diferentes circunstancias de la vida. Argentina, ha sido la excepción junto con otros pocos países en no participar de esta experiencia. Eln 2018 se le preguntó a los estudiantes sobre diez actividades de aprendizaje relacionadas con la competencia global resultando que; el 76% de los estudiantes indicaron que realizaron actividades vinculadas a aprender sobre distintas culturas en su escuela; el 64% de ellos trabajaron en la “resolución de conflictos con compañeros de clase”; y el 62% trabajaron temáticas cercanas a “aprender en la diversidad de culturas y perspectivas de vida”.

Esto significa que un grueso de esos estudiantes encuestados tiene incluidos en su plan de estudio temáticas vinculadas a la competencia global. En una entrevista de Reimers brindada a un periódico argentino, al momento de ser consultado sobre la situación educativa post pandemia expresó: “creo que de diversas maneras la pandemia contribuyó a promover elementos importantes para una educación global. El primero es que nos dio a todos una experiencia compartida de que “nada humano nos es ajeno”. El segundo, la pandemia misma es un parangón de temas globales. Su estudio y comprensión, y poder resolverla, requiere el desarrollo de capacidades globales, sobre temas como el cambio climático, las migraciones, el comercio o las relaciones internacionales.

Es decir que dichas capacidades globales ya son parte inherente de los diseños curriculares vigentes.

Para Reimers, “La educación es un proceso de comunicación y para comunicarse uno tiene que entender al otro, y para entender al otro uno tiene que entender cómo está mirando el mundo el otro. Una reforma educativa es, esencialmente, un ejercicio de comunicación”.

En su libro “Educación Global para mejorar el mundo” explica que existen cinco maneras de mirar el cambio educativo: una cultural, una psicológica, una profesional, una institucional y una política. “Si cuando estamos haciendo una reforma educativa logramos hacer el ejercicio de pensar un problema desde estas cinco miradas podríamos ver más en profundidad”.

Veamos las características básicas de cada perspectiva:
  • la cultural: ¿qué visión tiene la escuela de su territorialidad social en la que se encuentra inmersa? Esto es fácilmente observable en los diseños curriculares, por ejemplo, si nos preocupamos más por los conocimientos o por las habilidades, o si se opta por un modelo transmisor o transformacional, entre otros. ¿Qué valor le da la sociedad a la educación y qué grado de confianza tiene hacia los docentes? De ello dependerá el grado de éxito en la implantación de un programa de educación de ciudadanos globales.
  • la psicológica: Junto con el diseño curricular que contemple temáticas de educación global es elemental que el mismo esté acompañado por una formación docente que solidifique los procesos de enseñanza mediante el desarrollo de competencias y capacidades de sus estudiantes. Reimers pretende que los docentes trabajen estas temáticas desde una mirada transversal y no como una alternativa a las asignaturas estipuladas (Ciudadanía, entre otras) porque este enfoque ayuda a entender que la colaboración interdisciplinar es imprescindible.
  • la profesional: Esta perspectiva considera la carrera docente, la formación inicial y permanente del profesorado y su acreditación como elementos importantes que no pueden obviarse. También son fundamentales elementos como la libertad de cátedra, la investigación, la evaluación y los recursos didácticos.
  • la institucional: en esta perspectiva los “planetas” (normas, estructuras, currículum, evaluaciones, organización escolar) que conforman este sistema educativo deben estar alineados. La organización escolar también conforma un papel importante a la hora de acordar criterios que tengan en cuenta una visión inclusiva de la educación global. Sin embargo, un currículo que fomente la educación global será ineficaz si no se monitorea y evalúa periódica e institucionalmente su implementación.
  • la política: cada acto educativo es parte de una decisión previamente planificada, tanto para un docente que realiza su plan áulico, para un equipo directivo o supervisivo que plantee un proyecto institucional o zonal, como para una gestión política que emprenda políticas jurisdiccionales. Esas decisiones son políticas (y no hablo de partidismo) y por lo tanto deberían contar con una visión multidimensional de cambio.
A los ojos de Reimers, para diseñar un currículo basado en el desarrollo de competencias globales hay que prestar atención a estos elementos:
  • definir objetivos para el conocimiento, las actitudes y la acción que se desee emprender en términos educativos;
  • centrarse en unidades interdisciplinarias que se ajusten ajustarán a los temas coherentes de cada grado / año, dependiendo del nivel educativo
  • fomentar las metodologías basadas en proyectos, o sea, el “pensamiento de diseño” donde se involucren a docentes y estudiantes, incluyendo a la comunidad de padres. Educación global para mejorar el mundo | Actualitat Educativa (impulseducacio.org)
“Los docentes tienen que crear las condiciones para que sus alumnos desarrollen su propia voz, su agencia, la capacidad de desarrollar un proyecto de vida, la capacidad de comprender y transformar el mundo, un sentido ético, la capacidad de colaborar con los demás. Los sistemas educativos que logran avanzar en reformas audaces crean condiciones de mejoramiento profesional de los docentes. Sin duda es una de las profesiones más importantes de nuestro tiempo y del futuro”. Fernando Reimers: “Hay que llevar los desafíos del mundo real a la escuela” - LA NACION

LO MÁS LEÍDO