LOS PARADIGMAS DE LA EDUCACIÓN ACTUAL Y LA INNOVACIÓN DISRUPTIVA.
Desde el contexto de la educación de hoy, innovar implica transformar sustancialmente a los miembros de una comunidad escolar, incluyendo a aquellos que delinean políticas de estado, pero para alcanzar esta expectativa de logro hay que reformular el sistema con nuevos planteamientos, por ejemplo, transformando las metodologías de enseñanza, los espacios donde se gesta el conocimiento, repensando las jerarquías de poder en el aula, rompiendo con el currículum de abordaje de contenidos tradicionales y permitiendo la introducción de nuevas tecnologías. Esta combinación de planteamientos innovadores daría lugar al desarrollo de nuevas formas de aprendizaje. De este modo, estaríamos en presencia de un nuevo modelo educativo que pretende renovar contundentemente las políticas y el sistema educativo actual, lo que muchos llaman un nuevo paradigma educativo.
Pero vale preguntarse, ¿generar una disrupción en el sistema educativo debería ser paradigmático o innovador?
Me lo pregunto porque no son sinónimos. Para Luis Fernando Marín - Signo y Pensamiento · Volumen XXVI · Enero - junio 2007-, “un paradigma es un conjunto de valores y saberes compartidos colectivamente, es decir, usados, implícita o explícitamente, por una comunidad”. El hecho de compartirse implica convalidarse, es ‘algo’ que está constituido por normas, creencias, valores y modos aceptados por todos durante una época. Es un modelo.
Pero German Pilonieta profundiza aún más este concepto. En su artículo Paradigmas de la Educación en (https://www.compartirpalabramaestra.org/) expresa: “Recientemente se han venido produciendo fenómenos también coyunturales y hasta populistas en cuanto a la introducción de aparatos y “cacharros” tecnológicos en la educación. Computadores, tablets, entre otras, con la esperanza de que las cosas cambien. Si bien es cierto que esa tecnología es muy poderosa y podría apoyar la aparición de un nuevo paradigma, el problema es de tipo estructural ... desde allí que debe darse un cambio radical en los procesos de formación. Esta reflexión irá en esa dirección, en aproximarnos a las posibilidades de generar un nuevo paradigma desde el cual poder dimensionar y construir una nueva arquitectura en la concepción, diseño y puesta en marcha de nuevos procesos de formación para el milenio, considerando y circunscribiendo los conceptos en el contexto de las relaciones entre formación de futuro y los cambios en la economía en la prospectiva de una sociedad del conocimiento”.
Está hablando de cambiar todo y de raíz, un nuevo modelo educativo con nuevas ideas, leyes, dinámicas, lenguajes, etc., se trata de un mundo de noveles oportunidades.
En cambio, cuando habla de innovar menciona nuevas posibilidades otros recursos, hacerse otras preguntas y modificar relaciones, pero sus efectos no tienen un rango tan amplio como los del paradigma.
Hagamos este cálculo:
un nuevo paradigma + (con) innovación disruptiva = (es igual a) educación disruptiva.
Como exhorta Pilonieta: “Con todo este acervo de avances y de aproximaciones, de evidencias de fracasos y de esperanzas es que es posible ubicarnos desde nuevos contextos, no para innovar, ni reforzar, ni mejorar, sino para transformar radicalmente y dar posibilidad al surgimiento de un nuevo paradigma”.
Pero a fin de dar un cierre a este artículo y a la vez, dar pie para seguir debatiendo sobre este 'asunto', afirmaré que la disrupción en la educación aprovecha las nuevas tecnologías para lograr lo que nunca antes se hizo, lo nuevo.
El modelo o paradigma educativo en el que estamos inmersos siempre estableció limitantes de cómo, cuándo, dónde y quienes pueden acceder y trascender en el proceso de enseñanza, a pesar de los buenos intentos de algunas políticas educativas que no siempre estuvieron acompañadas por los procesos económicos y socioculturales; sino googleen las tasas de ingreso y egreso a las universidades y otras altas casas de estudios en Argentina y América Latina.
Si se buscara una disrupción en la educación sería para alcanzar nuevas oportunidades con altos niveles de viabilidad para que los estudiantes accedan mejores niveles de conocimientos, habilidades y competencias.
Por un instante, analicemos qué nos viene a la cabeza cada vez que utilizamos estas palabras: educación de calidad. En estas tierras argentas, hace rato que se las menciona, pero no siempre se logra en la práctica.
Las políticas de inclusión educativa de las últimas décadas permitieron el incremento de estudiantes en cuanto al acceso, pero no todos cumplimentaron la finalización de la enseñanza obligatoria y lo poco que aprenden durante su trayectoria, no se ajusta a las necesidades del mundo de hoy.
Así que... ¡¡¡Tarea para el hogar!!!
En la próxima entrada, analizaremos los preconceptos de la educación de hoy y cómo el paradigma disruptivo puedo echarlos por tierra. Buena semana amigxs y como expresa María Acaso; permitámonos trasgredir lo instaurado en la pedagogía.