DISRUPCIÓN EDUCATIVA; ¿ESTAS DISPUESTO A CAMBIAR?



La disrupción es una interrupción o rompimiento con la manera tradicional de planificar, implementar o evaluar algo.

La disrupción también implica que aquello que una vez reinó o estuvo establecido se vuelve obsoleto, dado que no está adecuado a las nuevas circunstancias.

En estos últimos tiempos, la disrupción ha sido utilizada en el mundo de las nuevas tecnologías y de los negocios para referirse a nuevos procesos, métodos o productos que cambian la forma en la que tradicionalmente se hacía, dando un valor agregado al mismo dentro del sector al que están dirigidos.

Se sabe que las nuevas tecnologías se modifican permanentemente, pero, atención; no todo lo que se crea suele ser disruptivo. Solo se genera disrupción cuando aquello que se implementa genera un cambio significativo en la propuesta de valor. Un ejemplo de disrupción lo constituye Netflix, la plataforma de películas y series en línea, que permite que el usuario tenga acceso a contenido de entretenimiento multimedia. Su irrupción en el mercado supuso un cambio, una disrupción en la forma de generar contenidos, consumirlos, y de pagarlos, generando cambios definitivos en el negocio de la televisión tradicional.

Pero ¿qué pasaría si este término fuera llevado al campo de la educación?

De hecho, ya hace un tiempo que ambos términos se vinculan muy estrechamente. Cuando en mi caso, me estaba iniciando en la docencia, Bower y Christensen (1995) elaboraron y publicaron una serie de trabajo en torno a las innovaciones disruptivas. Según estos investigadores, una innovación disruptiva, es aquella que origina un nuevo mercado de valor, rompiendo, sustituyendo o desplazando el que ha existido anteriormente. Es decir que, para mejorar 'algo', primero hay que interrumpir repentinamente su 'proceso de desarrollo'; y luego, esta novedad sustituye a lo anterior, estableciendo una nueva manera de comprender un mismo producto.

Pero si hay especialistas que establecieron ese vínculo 'Educación - Disrupción', uno de ellos es Ken Robinson. Este británico, muy reconocido en el mundo de la educación, señala que mientras las esferas económica, cultural y personal han sufrido una transformación enorme, los sistemas educativos no han modificado ni una coma en sus programas y objetivos. Creo que algo de razón tiene, especialmente si hablamos de la educación argentina y más aún si dentro de nuestro sistema, hacemos foco en el nivel secundario en todas sus modalidades.

Curtis Johnson, coautor del superventas Disruptive Class: How Disruptive Innovation Will Change The World Learns, explica que la forma actual de enseñar "es incapaz de educar a los alumnos de hoy en las competencias que han de dominar para desenvolverse en la sociedad digital". Y de ahí, señala, la necesidad de una educación disruptiva que reenfoque el aprendizaje.

Un antiguo filósofo griego supuestamente dijo alguna vez que lo único constante en la vida es el cambio. ¡Y eso está bien! Crecemos cuando emprendemos o innovamos, cuando desarrollamos habilidades, aprendemos nuevas ideas y descubrimos nuevos talentos, todo aquello que de alguna manera nos deconstruye permanentemente.

En la próxima entrada, te prometo ahondar en esta 'Educación disruptiva'. Hasta entonces, y no olvides que educar, hace visible lo invisible.










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