Formar para sostener: el desafío docente en el nivel inicial

Cuando las aulas se vacían, el desafío no es solo contar los pupitres que faltan, sino cuidar a quienes aún eligen enseñar. La formación docente en el nivel inicial atraviesa su propia crisis silenciosa: menos inscriptos, menos salas y más incertidumbre. Sin embargo, también hay un camino posible: formar para sostener.


Blog: Educar, hacer visible lo invisible

“con apoyo de ChatGPT (IA educativa)”

En la nota anterior —“La matrícula que se apaga”— hablábamos de aulas que se vacían y del riesgo de perder espacios educativos esenciales. Pero hay otra mirada necesaria: la de quienes, a pesar de las dificultades, siguen eligiendo enseñar. Si la educación inicial atraviesa un momento crítico, la formación docente es el terreno donde se juega la posibilidad de sostenerla.

En Argentina, la mayoría de las maestras jardineras se forma en Institutos Superiores de Formación Docente (ISFD) de gestión provincial, algunos de ellos integrados a universidades locales, guiados por los lineamientos del INFoD. Estos espacios son semilleros de vocaciones y compromiso, pero hoy enfrentan un doble desafío: la caída de matrícula en sus carreras y la reducción de la demanda laboral en el sistema educativo.


Datos en cifras: una paradoja educativa

Entre 2015 y 2024, la cantidad de docentes egresados en Argentina creció un 54 %, mientras que la matrícula escolar total apenas aumentó un 1 %.

En el mismo período, la matrícula de estudiantes en formación docente cayó cerca de un 5 %, con provincias —como Santa Cruz— que registraron descensos de hasta -40 % en algunos institutos y el cierre de carreras.

En paralelo, el nivel inicial muestra estancamiento o caída en la cantidad de alumnos, sobre todo en Sala de 3 años, donde la cobertura nacional ronda solo el 53,7 % (Informe Argentinos por la Educación, septiembre 2025).


Por su parte, en Santa Cruz, la baja natalidad y la migración interna reducen la oferta de cargos, aunque persisten llamados especiales a cubrir vacantes en jardines del interior, lo que muestra una distribución desigual de la demanda.

Estos datos revelan una paradoja: se forman más docentes, pero hay menos niños y, en consecuencia, menos salas. Esto no debería leerse como un “exceso” de docentes, sino como una desconexión entre la formación, la planificación educativa y las dinámicas demográficas. No hay planificación. No hay comunicación, ni se comparten datos entre los diferentes organismos estrechamente vinculados. Esto no es de ahora; hace tiempo que esta "desconexión" se produce no solo en la educación inicial, sino también en otros niveles educativos. 

Recuerdo que, antes de la pandemia, en mi rol como funcionario público de carrera, impulsé una propuesta que surgía de un análisis de proyección de matrícula en el nivel secundario de la modalidad adultos. La idea era sencilla: cruzar datos con el nivel inicial para identificar, a través de las fichas de inscripción de los jardines, a madres y padres que no hubieran completado sus estudios secundarios. El objetivo era acercarles la oferta educativa disponible en establecimientos cercanos, de modo que, mientras sus hijos asistieran a las salitas del jardín, ellos pudieran —según su disponibilidad— retomar y completar su formación. Pero la burocracia me ganó. Entre puertas que no se abrían y silencios institucionales, la iniciativa se fue apagando. Desistí, no por falta de convicción; es que veces, lo más justo no encuentra cauce en los sistemas que deberían facilitarlo.

Formar para sostener implica planificar en red: alinear la formación docente con las necesidades reales de las comunidades, fortalecer los institutos como espacios de práctica y reflexión, y reconocer a los formadores y estudiantes como actores estratégicos del sistema. Esas prácticas de ensayo y residencia de los estudiantes avanzados de la carrera docente son vitales para que desde muy temprano, ese estudiante entienda la trascendencia de ese proceso de enseñanza. El enriquecimiento entre estudiante residente - jardín de infantes es crucial y es piedra angular para el futuro de desarrollo profesional. 

En tiempos donde la alfabetización inicial es el punto de partida de la política educativa nacional, ser docentes del nivel inicial va mucho más allá de enseñar letras o colores. Es acompañar la primera palabra, el primer juego, la primera confianza. El primer indicio de sociabilidad fuera del seno del hogar de esa niñez. Y para sostener esa tarea, necesitamos políticas que miren a largo plazo y comunidades educativas que abracen lo que somos: una trama que se resiste a desaparecer.

Cierro con esta idea de Andrés Lobo, educador argentino: “Ser docente es tocar el futuro con las manos, aunque el presente no siempre lo reconozca.” La vocación docente es como una apuesta profunda, que trasciende el reconocimiento social - que resulta efímero - y se sostiene en la convicción de que educar es transformar, especialmente si hablamos de educar a la niñez.

Fuentes y referencias:


Instituto Nacional de Formación Docente (INFoD) – Lineamientos 2024–2025.


Consejo Provincial de Educación de Santa Cruz – Programas y convocatorias de ISFD.


Argentinos por la Educación (septiembre 2025) – Informe Anual 10 Prioridades: Monitoreo 2025.


Cadena 3 y Primera Edición – “Crecen los egresados docentes, cae la matrícula escolar” (2025).


Educación Santa Cruz – Llamado especial a cubrir cargos en Jardín N.º 25, Los Antiguos (2025).

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