Docentes: insustituibles en la era de la simulación?

"Si un estudiante puede reemplazar lo que enseña un docente con una búsqueda en Google, entonces estamos enseñando mal." 

La IA puede generar clases, corregir exámenes, responder dudas. Automatiza. Optimiza. Simula. Pero hay algo que no puede hacer: ser cuerpo presente en el aula.

No puede mirar a los ojos, leer silencios, sostener una mirada. No puede habitar el territorio, ni encarnar la historia. En tiempos de algoritmos y automatismos, la pregunta se vuelve urgente: ¿Qué hace irremplazable a un docente?

Hace un tiempo atrás, Mario Pergolini generó polémica al sugerir que la inteligencia artificial podría reemplazar a los docentes en ciertas funciones. En una entrevista en el programa Deja Vu (YouTube), hizo una demostración en la que le pidió a una IA que explicara qué es la multiplicación. La IA respondió con varios ejemplos, adaptando el lenguaje según sus pedidos, incluso como si fuera un cuento para niños.

Pergolini comentó:

Nunca se va a cansar, siempre me va a dar mejores respuestas. Podemos ponérselo a un robot. ¿Cuál es la diferencia de que haya una señora o un señor con alguien que es totalmente empático y te va diciendo esto no se hace?” 

Sin embargo, lo que no notó en ese momento fue que la IA cometió errores en sus explicaciones, lo que desató críticas y reflexiones sobre los límites de la tecnología en educación. Más tarde, en su programa de Radio Vorterix, reconoció que la IA es útil para explicaciones repetitivas, pero también admitió que sus respuestas no siempre son correctas.

Lo que Google no enseña

La frase, que circula como un susurro incómodo en redes y pasillos escolares, no apunta contra la tecnología. Apunta contra una pedagogía que está olvidando la construcción del saber, el vínculo, el territorio. Porque si enseñar es solo transmitir datos, entonces sí: que lo haga un algoritmo. Pero si educar es provocar pensamiento, sostener procesos, entonces no hay reemplazo posible.

Lo que está en juego no es la tecnología, sino el sentido de la enseñanza. Paulo Freire lo anticipó décadas atrás: “Enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su producción o construcción.” Y esas posibilidades no se generan en abstracto. Se generan en el aula, en ese territorio escolar, en el encuentro.

La inteligencia artificial puede responder preguntas, resumir textos, incluso simular explicaciones. Pero no puede mirar a los ojos de un estudiante que está por rendirse. Eso lo hace el/la docente. Eso lo hace el cuerpo presente, la escucha activa, la ética del vínculo.

Mariana Ferrarelli, docente y consultora tecno-pedagógica, lo dijo con claridad:

“La IA no va a reemplazar a los docentes, en la medida en que tu clase no consista en el mero delivery de contenidos.”

En cada rincón del país, hay maestras y maestros que enseñan mucho más que contenidos. Enseñan a resistir, a imaginar, a reconstruir memoria. En Santa Cruz, en Entre Ríos, en cada aula donde la calefacción no alcanza o el WiFi no llega, hay alguien que sostiene con palabras, con gestos, con convicciones. Y eso no se busca en Google. Se vive. Se encarna. Se recuerda.

La pregunta no es si la tecnología va a reemplazar a los docentes. La pregunta es qué tipo de educación queremos defender. Una que se adapte al mercado, o una que forme sujetos críticos, sensibles, capaces de transformar su espacio comunitario. Porque cuando la enseñanza se vuelve irreductible al dato, cuando se vuelve experiencia, entonces el aula deja de ser un lugar y se convierte en un acontecimiento.

Rebeca Anijovich plantea algo puntual:

Presencia afectiva y ética.

La IA puede simular empatía, pero no puede sostener emocionalmente a un estudiante en crisis. José San Martín propone el concepto de desinformación afectiva, donde los vínculos generados por IA son “presencias rotas” y “vínculos placebo” que simulan compañía sin densidad ética ni afectiva. Es una forma de manipulación que no opera sobre datos, sino sobre emociones. En su artículo “Desinformación afectiva y presencia rota”, advierte que la inteligencia artificial puede generar imágenes, voces y relatos con tal grado de verosimilitud emocional que desestabilizan el anclaje ético del vínculo.

“No se trata simplemente de fake news, sino de narrativas que apelan directamente a la sensibilidad del espectador para generar vínculos ilusorios, empatías automatizadas o adhesiones ideológicas afectivas.” — San Martín

Estos vínculos, que él llama “presencias rotas” y “vínculos placebo”, simulan compañía, pero carecen de densidad ética. Son afectos sin cuerpo, sin historia, sin compromiso. En el aula, esto se traduce en estudiantes que consumen contenidos emocionalmente potentes, pero sin mediación crítica, generando afectividades inducidas que no responden a la realidad vivida.

El docente

no solo transmite saberes: sostiene vínculos reales.

Está presente con su cuerpo, con su historia, con su ética.

Puede detectar cuándo una emoción es genuina y cuándo es inducida.

Puede acompañar, contener, resistir.

En tiempos de hiperrealidad algorítmica, la presencia humana se vuelve un acto político. Educar es resistir la simulación. Es formar sujetos lúcidos, capaces de distinguir entre lo que emociona y lo que transforma. En cambio, el docente está ahí, en el aula, en el pasillo, en el recreo. Sabe cuándo intervenir, cuándo callar, cuándo simplemente estar. Solo tiene que hacerlo porque si no lo hace, le terminamos dando la razón a Mario (Pergolini).

Lectura del contexto

Un buen docente adapta su práctica a la cultura, al barrio, al clima emocional. La IA puede personalizar contenidos, pero no puede leer el alma de una comunidad. No puede interpretar los sonidos de campo de un aula rural, ni el murmullo barrial de una escuela urbana.

El desafío no es adaptar la educación a la tecnología, sino hacer que la tecnología responda a los propósitos educativos. Como señala el Informe GEM de la UNESCO (2023) sobre el uso de tecnología en educación, es urgente que los países establezcan sus propias condiciones para su implementación, asegurando que nunca sustituya la presencia docente y que contribuya a una educación de calidad para todos.

“La tecnología debe regirse por nuestras propias condiciones. No puede imponerse como solución universal, sino integrarse de forma reflexiva y responsable.” — UNESCO GEM Report, 2023

En la misma línea, el documento del Ministerio de Educación de la provincia de Córdoba sobre Tecnologías en la Educación advierte que no se trata de formar programadores, sino de formar ciudadanos capaces de comprender críticamente los ecosistemas informacionales que los rodean.

Mediación pedagógica.

Históricamente, el o la docente ha sido el mediador entre el conocimiento y el estudiante. Hoy, los estudiantes tienen acceso a asistentes que responden casi cualquier pregunta en un clic. Pero como señala Andrés Lobo, el rol del docente se debe transformar: ya no es “sabio en el estrado”, sino “guía en el camino”.

La IA explica. Organiza. Responde. Pero no provoca preguntas. No genera el tipo de vínculo que transforma la curiosidad en conocimiento.

Como advierte el artículo “La Inteligencia Artificial responde, pero tú no dejes de preguntar”, el acto de preguntar es esencialmente humano. Las respuestas pueden ser automatizadas, pero las preguntas nacen del deseo, de la duda, del conflicto. La IA no tiene deseo. No tiene conflicto. Por eso no puede enseñar a preguntar.

“Responder no es un acto creador, sino relacional. Lo que hace avanzar el conocimiento no son las respuestas, sino las preguntas.” — El Debate

Con tanta sobreinformación, el rol del docente como mediador crítico se vuelve más urgente que nunca. Porque educar no es solo acceder al conocimiento. Es aprender a preguntar.

Construcción de sentido.

El docente ayuda a conectar saberes con la historia personal, con el territorio, con la memoria.

La IA organiza información, pero no puede construir sentido desde la experiencia vivida. No puede vincular un contenido con el duelo de una comunidad, ni con la lucha de un barrio, ni con la historia de una región.

La Guía para un uso crítico de la IA en la escuela insiste en que esta tecnología debe integrarse sin perder lo humano, fomentando las llamadas 4C del siglo XXI:

• Creatividad

• Pensamiento crítico

• Colaboración

• Comunicación
  

“Incorporar IA con sentido pedagógico no es solo sumar herramientas, sino formar estudiantes capaces de pensar, crear y convivir en un mundo digital.” — Ministerio de Educación CABA

Estas competencias no se enseñan desde la técnica, sino desde el vínculo. Desde el aula como espacio de encuentro, de conflicto, de construcción colectiva.

La IA puede generar textos, imágenes, sonidos.

• Pero no puede generar sentido.
• Porque el sentido no se programa.
• Se construye en el cruce entre saber, experiencia y comunidad.

Formación ética y política.

Educar es formar ciudadanos. Es cultivar el pensamiento crítico, la sensibilidad social, la conciencia histórica. Es enseñar a mirar el mundo con responsabilidad, no solo a operar sobre él, sino más bien para transformarlo o al menos intervenir en él.

Carlos Cullen define la docencia como una “virtud ciudadana”, un compromiso ético-político que se mueve entre huellas sociohistóricas y horizontes emancipadores. No se trata solo de enseñar contenidos, sino de formar sujetos capaces de elegir, deliberar, resistir y transformar.

“La educación implica siempre una dimensión ético-política, porque se trata de un espacio de acciones cuya identidad intencional es enseñar. Y enseñar es, por definición, un acto de justicia.” — Carlos Cullen

La IA no tiene ideología, ni compromiso, ni presencia en la calle.

• No puede marchar por la educación pública.
• No puede sostener una clase en medio de un paro, ni acompañar a sus estudiantes en una toma.
• No puede encarnar el conflicto, ni asumir la responsabilidad de formar para la democracia.

Isabelino Siede lo plantea con claridad: educar es decidir si amamos al mundo lo suficiente como para asumir una responsabilidad por él. Y esa decisión no puede ser automatizada.

Carlos Rojas Artavia lo refuerza: la ética docente no es una lista de normas, sino un compromiso vivencial que se expresa en cada gesto, cada palabra, cada silencio.

¿Y la formación de grado?

La formación docente no puede reducirse a la adquisición de contenidos ni al dominio técnico de plataformas. Lo que hace a un docente verdaderamente irremplazable es su capacidad de:

• Pensar pedagógicamente
  Laura Curbelo Varela, en su tesis sobre la pregunta pedagógica y el pensamiento crítico, sostiene que enseñar no es repetir saberes, sino interrogar el mundo.
  Pensar pedagógicamente implica preguntarse por el sentido de lo que se enseña, por las infancias que se forman, por las injusticias que se reproducen.
  Es ser pregunta, no solo respuesta.
  Es asumir que cada decisión didáctica es también una decisión ética.

• Leer el mundo
  La formación docente debe habilitar a los futuros maestros y maestras a leer no solo textos, sino contextos.
  Como plantea el documento Formar para enseñar a leer de la Dirección Provincial de Educación Superior, enseñar a leer es enseñar a interpretar la realidad, a construir sentido.
  Leer el mundo es reconocer que cada aula es un territorio, cada estudiante una historia, cada aprendizaje, una visión transformadora del entorno.

• Crear vínculos
  Mariana Mercadal Lema, en su trabajo sobre vínculos educativos en el aula multigrado, afirma que el vínculo pedagógico es un instante fugaz que deja huella.
  Crear vínculos no es un gesto espontáneo: es una práctica profesional, ética y sensible.
  Es reconocer al otro como sujeto, no como receptor.
  Es construir una trama de confianza, cuidado y reciprocidad.

Cierre

Defender el rol docente frente al avance de la inteligencia artificial y la tecnología no implica idealizarlo. En muchas aulas, por formación deficiente, falta de acompañamiento institucional o condiciones laborales adversas, el trabajo pedagógico se ha visto reducido a una delegación de sentido: “investiguen en Google”, “pregunten a la IA”, “busquen lo que no entendieron”. Esta tercerización del vínculo pedagógico no es culpa de la tecnología, sino síntoma de un sistema que ha precarizado el oficio de enseñar. La IA puede ofrecer respuestas, pero no puede construir preguntas con sentido. Y cuando el docente abdica de esa tarea, el estudiante queda a merced de algoritmos que no conocen su historia, su territorio ni sus silencios.

En tiempos de inteligencia artificial, el rol del docente no debería desaparecer porque el acto de educar no es solo transmitir saberes. Ningún algoritmo puede reemplazar el gesto ético de quien decide enseñar. Ningún sistema automatizado puede leer el dolor de una comunidad, ni acompañar el deseo de un estudiante.

Lo reafirmo, el aula no es solo un espacio de instrucción: es un territorio de aprendizajes donde el conocimiento se construye y en esa construcción se necesita de dos sujetos: el que enseña y el que aprende. Por eso, en este blog, en este tiempo, en este país, decimos: Quien enseña, sostiene. Y nadie puede sostener como un docente.

Recopilación de fuentes por eje

🔥 1. Presencia afectiva y ética

• José San Martín, “Desinformación afectiva y presencia rota: pedagogía crítica ante la hiperrealidad generada por IA”
  Gestión Educativa

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🌍 2. Lectura del contexto

• UNESCO GEM Report (2023), “Por qué la tecnología en la educación debe regirse por nuestras propias condiciones”
  UNESCO
• Ministerio de Educación de Córdoba, “Tecnologías en la educación: desafíos y oportunidades”
  Igualdad y Calidad CBA

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🧭 3. Mediación pedagógica

• Domingo Pacheco, “La Inteligencia Artificial responde, pero tú no dejes de preguntar”
  El Debate

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🕸️ 4. Construcción de sentido

• Ministerio de Educación CABA, “Guía para un uso crítico de la IA en la escuela”
  Buenos Aires Ciudad

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🗣️ 5. Formación ética y política

• Carlos Cullen, “La docencia: un compromiso ético-político entre huellas sociohistóricas y horizontes emancipadores”
  INFD
• Carlos Rojas Artavia, “Ética profesional docente: un compromiso pedagógico humanista”
  Dialnet
• Isabelino Siede, “La educación política: amor, ética y responsabilidad docente”
  Studocu

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🎓 Formación de grado: pensar pedagógicamente, leer el mundo, crear vínculos

• Laura Curbelo Varela, “La pregunta pedagógica y el desarrollo del pensamiento crítico en la formación de docentes”
  RIDAA UNQ
• Dirección Provincial de Educación Superior, “Formar para enseñar a leer”
  Portal ABC
• Mariana Mercadal Lema, “Los vínculos educativos en el aula multigrado”
  CFE Uruguay

Publicado por Educar, hacer visible lo invisible.